martes, 6 de mayo de 2014

Los secretos de la creatividad



Ver la educación como algo más que el simple hecho de acumular conocimientos es algo que guía los modelos de enseñanza creativos y personalizados. Estos métodos educativos centrados en el niño aparecieron a finales del siglo XIX y principios del XX de la mano de María Montessori y Rudolf Steiner, personajes que dejaron una importante huella educativa con sus métodos alternativos.
Estos métodos (Montessori y Waldorf) han inspirado a muchos educadores a la hora de enseñar en las aulas y tender hacia una educación más personalizada. Aunque el modelo actual del sistema educativo siga siendo bastante rígido cada vez son más los maestros adeptos a esta forma de enseñar dentro de las posibilidades que se les permite.
Sir Ken Robinson expone en esta entrevista la importancia de fomentar la creatividad en el niño como una enseñanza más a través de todas las materias del currículo educativo y no sólo en las áreas artísticas. La razón principal de esta enseñanza temprana de la creatividad radica en que los niños se dejan llevar más y no se muestran cohibidos a la hora de experimentar y probar.
También es importante destacar que la enseñanza del proceso creativo se debe realizar en sí mismo como un proceso y no como el simple hecho del azar o la casualidad. Un proceso que se debe enseñar metódicamente a través de unas etapas y una constancia.
De este modo, se le debe enseñar al niño cómo observar nuestro alrededor, descubrir qué nos atrae y explorarlo. De manera que sea capaz de manifestar ideas, reflexiones e hipótesis que le lleven a probar cosas nuevas y a experimentar viendo al mismo tiempo cómo le hace sentir. Así hasta llegar a una reflexión sobre el resultado, los posibles errores y volver a empezar si lo desea y seguir probando. Un proceso constante.
Y es así como debe ser desde niños, para fomentar una motivación por el aprendizaje y por el mundo que nos rodea. Seguir manteniendo la chispa con la que nacemos y recargar nuestra energía haciendo cosas que nos gusten y que nos satisfagan.
Es la filosofía que debe adoptar un maestro hacia la exploración y la creatividad de sus alumnos, no darlo todo hecho, no contestar a sus preguntas directamente, guiarlos y acompañarlos en un proceso que les lleve a la motivación interna por el aprendizaje a través de ideas que aporten valores, que permitan controlar los materiales, que favorezca afrontar nuevos retos, empezar proyectos y aprender de los errores para seguir creciendo y avanzando en su propio camino.
Dice Sir Ken Robinson que la creatividad se aprende igual que se aprende a leer, es por esto por lo que este aprendizaje no está exento de esfuerzo y disciplina. Se aprende gradualmente y sigue una serie de premisas:
  • La primera versaría en la búsqueda de nuestro elemento. Es decir, encontrar aquello que nos gusta y nos motiva a ponernos en funcionamiento.
  • Una vez encontrado ese elemento es necesario realizar una conexión con éste, de tal modo que surja la pasión y se fortalezca ese elemento.
  • Explorar el elemento que nos apasiona debe hacerse de modo constante y poniendo de nuestra parte. Un camino a recorrer de forma rigurosa que debemos seguir esforzándonos paso a paso.
  • Todo este proceso implica un riesgo que debemos asumir. Los errores estarán sin duda presentes, pero se debe aceptarlos e incluso aprender de ellos para poder mejorar.
Todo el mundo tiene un potencial creativo, pero si limitamos la enseñanza a unos contenidos y a una forma de enseñar cuadriculada y sin margen para la experimentación, acabaremos extinguiendo ese potencial dando lugar a aprendizajes rígidos y mecanizados donde solo saldrán airosos las personas altamente creativas.
Es por todo esto por lo que se debe apostar por una enseñanza de la creatividad de forma más plausible y que alejen los tópicos de que la creatividad sólo se aplica en materias plásticas.

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