El conflicto es un desacuerdo entre individuos, en el que
uno de ellos percibe una amenaza sobre cosas que considera importantes. El conflicto no solo se encuentra en el campo
de las relaciones más íntimas, sino que también puede darse entre personas sin
ninguna relación y en cualquier situación.
A muchos niños les cuesta expresar verbalmente cómo se
sienten, sobre todo durante una discusión, y por ello se frustran. Un niño
puede responder de varias formas: enfadándose, dando patadas, gritando o
tirando objetos e incluso agrediendo verbalmente o físicamente a alguien… para
así expresar la angustia que siente. Sin embargo, si se le proporcionan las
herramientas necesarias para desarrollar sus emociones estará más predispuesto
y abierto y tendrá más ganas de resolver el conflicto de una manera eficaz.
Los conflictos son una realidad inevitable, que si no se
tratan de manera apropiada pueden convertirse en problemáticos y potencialmente
peligrosos. Por ello, hay que proporcionarles técnicas o estrategias necesarias
para responder antes los momentos conflictivos y así controlarlos.
Los niños que se encuentran en una situación de
confrontación pueden responder de maneras distintas. Aquellos que están
habituados a ciertas estrategias o técnicas para resolver los conflictos estarán
más capacitados para calmar un escenario potencialmente conflictivo y
reconducir aquellas situaciones en las que surgen discrepancias.
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