El desarrollo del juego supone uno de los aspectos
prioritarios a abordar en cualquier programa de intervención educativa,
atendiendo siempre a las características del niño y a su nivel evolutivo.
El juego evoluciona en complejidad creciente a lo
largo de todo el ciclo vital, dependiendo e impulsando el desarrollo de
esquemas cognitivos, sociales y comunicativos. Por ese motivo, se hace
imprescindible conocer y comprender los tipos de juego que se dan en el
desarrollo y que se organizan en momentos evolutivos diferentes. De este modo, si observamos las características de juego de un niño y viendo las limitaciones que pueda presentar (como por ejemplo, restricción de intereses, movimientos muy repetitivos, atención a partes de objetos, etc...) podremos plantear actividades ajustadas, evitando exponerlo a
juegos de excesiva complejidad que finalmente le desmotivarán.
A continuación exponemos el orden de aparición de los diferentes tipos de juego, como hemos dicho, la evolución en esta secuencia dependerá de las características de cada niño, de sus preferencias sensoriales, su nivel evolutivo, su estilo de aprendizaje, etc.
·
Juego
motor-social
Son aquellas
actividades de movimiento, en las que inicialmente el peso de la interacción
lúdica recae sobre el adulto. Estas actividades requieren que el adulto
proponga y dirija el inicio para que se produzca la continuación de la interacción circular, normalmente a través de la espera estructurada. Ejemplos de este
tipo de juegos son aquellos en los que cogemos al niño y damos vueltas o le
subimos en las piernas mientras cantamos, hacemos el caballito o le hacemos
cosquillas.
·
Juegos
de imitación – contraimitación
La importancia de la
imitación como recurso de adquisición de múltiples aprendizajes invita a
introducir juegos que promocionen estas habilidades en los niños. Una serie de
estrategias para mejorar las competencias en imitación consiste en observar los
movimientos del niño e imitarlos a la par que él los realiza.
·
Juego
funcional con objetos.
A menudo los niños
con dificultades en su desarrollo utilizan los objetivos de forma peculiar,
atendiendo a sus partes más que al objeto en su conjunto e ignorando su uso
convencional. Un ejemplo característico es cuando un niño da vueltas a las
ruedas de un coche, por el placer de verlas girar sobre si mismas o sobre una
superficie sin otro fin. Reconducir y guiar hacia un uso funcional de los
objetos proporcionará unos esquemas de acción que sirvan para otros aspectos de
la vida diaria. Es decir, daremos un significado al objeto, lo relacionaremos
con una función concreta y la utilizaremos en contexto para poco a poco ir
enriqueciendo la acción.
·
Juego
de representación, hacer “como si”.
El desarrollo del uso
funcional de los objetos dará pie a la representación con los mismos. Es decir,
el niño empezará a hacer asociaciones entre los objetos y situaciones reales,
de este modo, su juego pasará a ser una representación de la realidad. De este
modo, podemos ir enseñando al niño a hacer “como si”… le diera de comer al
bebé, le diera jarabe para la tos, arreglara el coche estropeado, hiciera de
maquinista, llamara por teléfono a su papá, etc… Introducir al niño y a nosotros mismos o a
otros niños en los juegos de representación es un paso más hacia la
socialización, estableciendo unos roles, guiándolo hacia la conciencia del otro
e incluyéndolo en su juego.
·
Juego
simbólico, objeto ausente, el niño lo imagina.
Este nivel de
juego implica atribuir significado simbólico a los objetos, es decir crear
nuevos significados para los objetos o imaginarlos. Usándolos de forma
diferente y flexible. Normalmente, este tipo de juego es el más difícil de
conseguir para los niños con dificultades en su desarrollo, ya que no hay una
asociación directa con un objeto real. Por ejemplo, atribuir que un plátano
puede hacer de teléfono dentro del juego es complicado, ya que existe previamente
una asociación y un significado (es para comer). Enseñar al niño este tipo de
acciones enriquecerá la flexibilidad de pensamiento para poder crear nuevos
significados cada vez más complejos. Un bloque puede hacer de avión, luego
puede hacer de teléfono, luego de tobogán para muñequitos o una camita. Hacer
“como si” comemos un helado inexistente, “como si” somos ranitas saltarinas…
favorecerá que el niño evoque mentalmente esos significados, llevándolos más
allá de la representación.
·
Juego
de reglas
Este tipo de juegos ya implica relaciones sociales e
interindividuales. Estos juegos, también pueden proceder de antiguos “juegos
simbólicos” que se vuelven colectivos.
Se
va a producir la síntesis integradora de las anteriores etapas. Por medio de
estos juegos el niño opera con los objetos, los va a combinar, reunir, y, en la
medida que se va ejercitando, aprende a modificar, transformar y construir
nuevos objetos o juguetes.
Las recomendaciones básicas para guiar el juego pasan por:
- Construir desde el interés principal del niño, seguir su iniciativa
- Imitar, modelar y moldear
- Respetar y ajustar el ritmo a la interacción del niño
- Utilizar rutinas e ir introduciendo pequeñas ampliaciones o cambios
- La más importante....¡divertirse y disfrutar!
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